Retablos. De cuando descendieron de los altares

Revista Fragmentos. Coar. Septiembre 2021. Artículo “Arquitectura a pie de calle, capítulo III. Retablos. De cuando descendieron de los altares”.

Dícese de retablo como aquella obra de arte pintada, tallada o esculpida sobre madera o piedra que se colocaba detrás del altar – tabula retro altaris. Generalmente representaba escenas bíblicas o religiosas, en cualquier caso, contaban una historia.

Hubo una época en la cual, los retablos, descendieron de los altares para ser mundanos y accesibles a la población. Se convirtieron en un elemento arquitectónico a medio camino entre el interior y el exterior, separándose de la estructura del edificio, situándose con fluidez en la ciudad moderna y formando parte del cerramiento de los locales.

Estos frentes de fachada tienen su origen en el progreso del diseño de las compuertas de madera que cerraban a cal y canto los comercios. Su evolución dio paso a la apertura del escaparate, para permitir que el peatón viese su interior y también, incorporaron letreros pintados en colores vivos sobre madera primero y tras un vidrio después para proteger la pintura de las lámparas de gas que los iluminaban. Se desarrollaron, fundamentalmente en torno a la decoración, combinando la búsqueda de lucro y la del mérito artístico además de estimular el sentido de la fascinación. Representaban el prestigio de cada artesano y fueron el factor principal de atracción visual de los viandantes. Fueron proyectados con serenidad, trabajo virtuoso y minucioso, con estudio de cada parte y de su relación con las demás.

La Viuda de Solano_años 70

Portada Pastillas de café Viuda de Solano (desaparecida) @foto archivo Taquio Uzqueda

Recordemos que los escaparates representan el arte de la seducción. Hasta 1880 la publicidad visual pasaba desapercibida y se asociaba al circo. La iluminación era deficiente, el vidrio de mala calidad y los productos se amontonaban en la calle frente a las tiendas porque no sabían cómo organizarlo. Desde 1892 estos elementos comenzaron a ser concebidos arquitectónicamente confluyendo en ellos el diseño interior, el diseño urbano, la escenografía, y la publicidad.

El florecimiento comercial, en nuestra ciudad, vino acompañado de un auge decorativo en las tiendas donde se crearon ambientes elegantes y agradables destinados a satisfacer a la clientela que buscaba opulencia y refinamiento. Elegir un perfume, cortarse el pelo, probarse un sombrero, comprar prendas confeccionadas a mano, adquirir caramelos… parecía algo muy estimulante.

 

Al igual que los retablos religiosos, estas fachadas estaban formadas por varios elementos arquitectónicos que las dividían y eran conocidas como mazonería. Las divisiones verticales se denominaban calles, y las horizontales, cuerpos. Se elevaban sobre un zócalo de piedra para evitar la humedad del suelo. La parte inferior que se apoyaba en dicho zócalo se denominaba predela y el conjunto se remataba con una luneta o dintel, sobre los cuales se situaba el rótulo del comercio. En el cuerpo principal se disponía el escaparate, donde se presentaba el producto, enmarcado por una carpintería formada por molduras barnizadas. Presentaban gran complejidad en su elaboración por ello intervenían arquitectos, carpinteros y ebanistas. El repertorio decorativo estaba asociado con la imagen de un cierto savoir faire tradicional siendo una constante las referencias al pasado como las molduras y los frisos en relieve. Su forma tenía que responder a la tensión producida entre el interior y el exterior, a su visión desde la calle, a la secuencia de acceso y a cómo se experimentaba el producto que se vendía. Estas fachadas eran, y algunas siguen siendo, poemas comerciales.

La Zapatería Ochoa estaba situada en la calle Mercado nº 45-47, actual Portales, contaba con una portada de madera y vidrio que fue diseñada por el arquitecto Francisco de Luis y Tomás en 1888. Como se puede apreciar, en la fotografía, estaba concebida con una densa y extravagante ornamentación de efecto escenográfico que recuerda al horror vacui del barroco.

Sobre un zócalo de piedra se desarrollaban tres calles y cuatro cuerpos. Las calles estaban delimitadas por cariátides y atlantes que surgían a partir de elementos vegetales que, además de flanquear los vanos, sujetaban el friso. El acceso se disponía en el centro y los escaparates en los laterales, si nos fijamos, podemos distinguir una fina barandilla dispuesta por el exterior para proteger el delicado vidrio. En un primer friso se distingue la tipología que anunciaba la dedicación del comercio “construcción y venta de calzado” y en el segundo el nombre o marca, en este caso, Ochoa. Sobre los frisos había una luneta que albergaba medallones y motivos florales. Dentro de su exuberancia decorativa podemos reconocer guirnaldas, filigranas y orejeras entre otros. El conjunto estaba rematado por un zapato como reclamo de su actividad y un putti como espíritu guardián y mensajero entre lo humano y lo divino.

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Portada Zapatería Ochoa diseño de Francisco de Luis y Tomás 1888 (desaparecida) @foto Luis González de Garay Ochoa

En 1902 Sabino Ruiz fundó la Imprenta Moderna y poco después se unió al proyecto Eleuterio Martínez. Estaba situada en la actual Plaza del Tilo cuya planta baja, en la actualidad, está ocupada por La Golosina. En la fotografía podemos identificar unos arcos ornamentales que enmarcaban las novedades expuestas en sus escaparates. En el rótulo central definiendo el acceso se puede leer “Librería Moderna” y a los laterales los nombres de los fundadores. En torno a estos rótulos se concentraba una decoración basada en filigranas y medallones.

Imprenta Moderna 1902

Portada Imprenta Moderna 1902 (desaparecida) @lámina publicitaria de 1905

En el año 1903 se abrió la Droguería Moderna en la actual calle Capitán Gallarza, por aquel entonces calle San Blas. Era un pequeño comercio en el cual se podía comprar de todo desde purgantes de limonada en polvo hasta el famoso Licor del Polo.

Como se puede apreciar, en la fotografía, los paños de fachada dan paso al escaparate y el acceso al interior. En ellos aparece publicidad relacionada con los productos que comercializaba. Posiblemente el rótulo de la tienda estaba confeccionado con letras doradas sobre fondo negro.

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Portada Droguería Moderna 1903 (desaparecida) @foto Santi Santos

Tupinamba fue un comercio situado en la calle Mercado 39, actual Portales 22, dedicado tal y como rezaba la tipografía de su fachada a la venta de café y chocolate. Fue regentado por Sebastián Trapero y su portada diseñada por el arquitecto Quintín Bello en 1908. Las calles estaban articuladas mediante molduras sobre las cuales se situaba un entablamento interrumpido por la prolongación de los resaltos, salvo, en la parte rotulada con el nombre del negocio. Este sencillo ornato otorgaba asimetría, un cierto dinamismo y un juego de luces y sombras que fomentaban la alternancia del lleno y del vacío a través de la secuencia de paño-escaparate.

Según cuenta Inmaculada Cerrillo Rubio, en su libro La formación de la ciudad contemporánea. Logroño entre 1850 y 1936, los tres escaparates estaban decorados mediante cerámica pintada.

Tupinamba

Portada Tupinamba diseño de Quintín Bello 1908 (desaparecida) @plano Archivo Municipal del Ayuntamiento de Logroño expediente 130/22

En la calle Portales nº 55 pervive, continuando con la misma actividad y conservando su estilo belle époque tanto en el exterior como en el interior, la Sombrerería Dulin. Los orígenes de este establecimiento se remontan a 1910 cuando el Ayuntamiento autorizó a Pablo Dulin a derribar el edificio existente, por aquel entonces calle Mercado nº 38 declarado en ruina tras un incendio ocasionado en el inmueble colindante, para construir una casa de alquiler cuyo proyecto fue firmado por el arquitecto Quintín Bello.

El propietario quiso ubicar en la planta baja su taller sombrerero, en aquella época eran prendas imprescindibles para la sociedad. El plano de portada de dicho establecimiento, según consulta en el Archivo Municipal expediente 138/1910, dibujado por Quintín nada tiene que ver con lo realizado. La fachada que se construyó en madera y vidrio muestra una metamorfosis que entrelaza la arquitectura y la naturaleza mediante la vibración expresada en cada línea y contra línea, asimismo, en cada curva y contra curva. Dichas líneas parecen flotar sensualmente como simbolismo figurativo de los largos cabellos femeninos y posee cierta musicalidad. Representa la alegría intensa y nos embriaga con sus formas.

Es la obra de arte total. Se levantan tres calles y tres cuerpos sobre un pequeño zócalo de piedra y sobre él se apoya un peto de madera que da paso al escaparate, cuyos productos, aparecen a la altura de la vista. Sobre unas pequeñas ménsulas con detalles sezesionistas, como la rosa de Mackintosh y los brotes descendentes, se levantan un friso y una luneta que albergan el rótulo del establecimiento buscando el exotismo mediante la utilización del pan de oro sobre el fondo negro.

Dulin Sombrerero_Foto Isabel Muñoz

Portada Dulin Sombrerero diseño de Quintín Bello 1910 @foto Isabel Muñoz

Con el paso del tiempo se abandona la construcción de estos frentes de fachada con madera, debido a, la evolución de los materiales, el alarde técnico y la moda de la época.

Un ejemplo de portada realizada con hierro forjado y mosaicos que todavía puede embelesarnos es la antigua Peluquería de Sergio Martín situada en la planta baja del edificio nº 2 de la calle Bretón de los Herreros. Diseñada en 1911 por el arquitecto Agustín Cadarso. A pesar de que, a lo largo del tiempo este local, ha tenido distintas actividades se mantienen en pie los tres paneles situados en los paños de fachada que flanquean los vanos. Están formados por un bastidor de hierro forjado de figuras vegetales que se entrelazan con siluetas refinadas y líneas sinuosas. El dibujo ornamental se realizó con mosaico cerámico de formato regular unido mediante adhesivo y grout, de colores variados dentro de los gustos propios del modernismo y con patrones florales que ponen de manifiesto el trabajo artesanal. Esta fachada es reflejo de innovación y de búsqueda de la expresividad. A través de las formas genera un conjunto agradable, armónico, elegante y alegre.

Peluqueria_foto Isabel Muñoz

Portada Peluquería de Sergio Martín diseño de Agustín Cadarso 1911 @foto Isabel Muñoz

Un escaparate nos permite ver desde fuera un escenario inspirador que representa una realidad urbana. ¿Acaso este elemento arquitectónico no es una máquina ilusoria? Manifiestan la vida social y la identidad de nuestra ciudad gestada por su tiempo. En ocasiones han pasado desapercibidos, debido a que, caminamos por la calle sonámbulos sin ser conscientes de lo que nos acompaña en nuestro recorrido. Todas estas fachadas, y muchas otras, encierran Historia y las historias de todos aquellos que las regentaron y aquellos que entraron al local como consumidores. ¿Dónde reside la belleza de un momento concreto? En cautivar, en emocionar y en la elegancia del sentir existiendo un compromiso con la creatividad.

En la actualidad, las portadas que han sobrevivido, se encuentran contrastadas con las de los locales nuevos. Afortunadamente no pueden eclipsarlas y nos continúan deleitando con su estilo, su detalle y su pasión por perpetuar lo mágico de otra época. Permanecen siendo un reclamo comercial.

 

Isabel Muñoz